Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.
***
A mulher e a casa
Fervias o leite
e seguias os aromosos costumes do café.
Atravessavas a casa
com uma medida sem desperdícios.
Cada minúcia um sacramento,
como uma oferenda ao peso da noite.
Todas as tuas horas estão justificadas
ao passar da sala de jantar à de visitas,
onde ficam os retratos
que gostam dos teus comentários.
Estabeleces a lei de todos os dias
e a ave dominical se entreabre
com as cores do fogo
e as espumas do cozido.
Quando se quebra um copo,
é o teu riso que tilinta.
O centro da casa
voa como o ponto na linha.
Em teus pesadelos
chove interminavelmente
sobre a coleção de arbustos
anões e o flamboyant subterrâneo.
Se te desorientasses,
o céu despedaçado
em lanças de mármore
despencaria sobre nós.
Jose Lezama Lima